El doctor Mario Alonso Puig lleva muchos años investigando y estudiando cómo se pueden aplicar los conocimientos actuales en campos tales como la medicina, las neurociencias y la psicología positiva al liderazgo personal y profesional. Formado en Medicina Mente-Cuerpo y Psicología Positiva en la Universidad de Harvard, ha profundizado en el conocimiento de las bases de la comunicación, la influencia y el aprendizaje. Fruto de ello es el desarrollo de una serie de metodologías y estrategias que ayudan a desplegar la energía, la salud, la motivación y el potencial creativo de las personas y de los equipos. Lleva colaborando con empresas tanto nacionales como internacionales y colabora también como profesor en diversas instituciones. Médico, conferencista y escritor, ha publicado doce libros. Ha dedicado gran parte de su vida a investigar cómo desplegar el potencial humano, especialmente en momentos de desafío, incertidumbre y cambio. Su mensaje inspirador y transformador ha llegado a miles de personas a través de sus libros, cursos y conferencias. Es conocido por su capacidad para combinar la medicina tradicional con la medicina mente-cuerpo, y por su enfoque holístico de la salud y el bienestar.

El miércoles participó en la gala de entrega de los Reconocimientos Reinspira de la Fundación Irache, que premiaron al Instituto de Salud Pública de Navarra por su estudio de prevalencia de infección por virus respiratorios en fallecidos, al Ayuntamiento de Pamplona por su programa de beneficencia, a la Universidad Pública de Navarra y a la Universidad de Navarra por sus programas de donación a la ciencia y al hospital San Juan de Dios por su programa de acompañamiento en final de vida.
El doctor Alonso impartió durante la gala su conferencia titulada ¡Celebrar la vida!
¿Qué es celebrar la vida?
Es darse cuenta de que estar vivo es algo extraordinario, es disfrutar de nuestros sentidos, estar rodeado de personas que te quieren es extraordinario, siempre hay alguna razón para celebrar la vida, incluso en los momentos más difíciles. Es enfocarnos en lo que espera la vida de mí, no lo que espero yo de la vida. Cuando somos más conscientes de lo que tenemos que de lo que nos falta nos ayuda a transitar momentos complicados de una manera más amable, más equilibrada, como un bálsamo.
¿Qué es no saber vivir?
No saber aprovechar lo que uno tiene en el momento presente, estar siempre pensando en el futuro y huyendo del presente, como si el presente incluso en momentos de extraordinaria dificultad no ofreciera también cosas de excepcional belleza. Con las inundaciones de estos días de muchas regiones de España, ante ese horror, la belleza está en todas las personas que están ayudando a otros a salir adelante, a los que lo han perdido todo.

¿Cómo se aprende a convivir con la muerte?
La muerte de alguna manera nos cuestiona nuestra forma de haber vivido. Elisabeth Kübler-Ross, psiquiatra y escritora experta en tanatología que acompañó a muchas personas en situación terminal, decía que cuando hablaba con ellas no se arrepentía de lo que habían hecho sino de lo que habían dejado de hacer. Si vemos la vida como un viaje de descubrimiento, crecimiento y evolución podemos tomar la muerte de una manera diferente. Como hizo Platón en el relato de la muerte de Sócrates. Si conociésemos realmente en qué consiste la muerte no tendríamos tanto miedo. Gente que ha estado clínicamente muerta habla de calma, serenidad, paz. Tenemos que considerar la posibilidad de que la muerte es un renacer, una vida nueva más allá de la que conocemos. Eso puede reducir nuestro miedo y nuestra angustia de irnos de este plano para entrar en uno nuevo.
¿Cómo gestionamos nuestras emociones, sentimientos y pensamientos?
Es gestionar, no dominar, someter. En un proceso de pérdida y duelo hay shock, tristeza, miedo, ira, enfado, se buscan culpables, estas emociones son naturales en el ser humano, no tenemos que quedarnos atascados en ellas, tenemos que permitir que fluyan a lo largo del proceso de duelo, aceptando y recuperando la serenidad para que renazca la alegría. La tristeza es parte de nuestra vida, lo mismo que el miedo o la incertidumbre, tenemos que normalizar esas emociones y pensar que al final todo va a estar bien.
¿Puede influir nuestro estado emocional en una enfermedad?
Sin ninguna duda. Las emociones tienen un impacto directo en la salud y en la enfermedad. Son procesos corporales. Cuando estamos con alguien que queremos segregamos oxitocina, sin embargo, cuando sentimos miedo generamos cortisol.

¿Se le puede dar un enfoque positivo y vital a la muerte?
No solo se puede sino que se tiene que dar. El dolor es el termómetro del amor. Perder a un ser querido nos afecta, pero debemos celebrar también haber podido disfrutar de esa persona. La muerte sigue a la vida y es un proceso natural que no acabamos de aceptar.
¿Cómo podemos evitar que siga siendo un tabú?
Para los toltecas, una civilización de México muy guerrera, cada día era una celebración de su vida. Tenemos que vivir cada día como si fuese el último. Si sacamos la muerte de nuestra mente para no sufrir también nos olvidamos de vivir plenamente.
¿Qué papel juega la comunicación en el final de la vida?
Esta pregunta también se la hizo Elisabeth Kübler-Ross. Se dio cuenta de que los enfermos terminales querían hablar de lo que les angustiaba, eran conscientes de su situación y necesitaban compartir sus emociones y sus sentimientos, sus inquietudes y sus angustias, no para solucionarlas, sino por la tranquilidad y la paz que da sentirse escuchado, por el alivio que experimentamos. El poder de la comunicación es clave incluso en los momentos finales de la vida.

¿Las palabras pueden llegar a tener un efecto somático?
Por supuesto que sí. Se hizo un experimento en el que se mostraban palabras negativas y luego palabras positivas y se sacaba sangre a los voluntarios. Con las negativas se había disparado el cortisol, la hormona del estrés, y con las positivas esos niveles se habían desplomado. No cabe duda de que las palabras tienen un impacto en el cuerpo, no solo lo que se dice sino la forma en la que se dice. La verdad sin compasión y sin amor es crueldad.
¿Qué relación hay entre nuestras emociones y nuestro potencial?
Mucha. Don Santiago Ramón y Cajal acuñó el término áreas asociativas del cerebro. La más grande está en la región prefrontal y es tremendamente dependiente del cerebro emocional, que se activa con ilusión, con fe, con confianza y se desactiva con el miedo.
Tanatorios Irache, a través de su Fundación y de la Campaña Reinspira, ha demostrado que se puede ayudar a la vida a través de la muerte. ¿Cómo podemos aplicar esto a nuestro día a día?
Al despedir a personas queridas se le puede dar un enfoque vital, como demuestra Fundación Irache con sus proyectos. Para que, lejos de llevarnos el final de la vida a un mundo sin sentido, nos lleve a un mundo con sentido, con un propósito.

¿Ayudar a los demás forma parte de la esencia del ser humano?
Sin duda. El ser humano es un ser híper social. No hay ninguna criatura en el mundo con la necesidad y la capacidad de socializar como los seres humanos. Las áreas del cerebro que tienen que ver con la socialización y las emocionales son prácticamente las mismas. El ser humano es un ser de encuentro, nos necesitamos unos a otros, no podemos ser indiferentes a los demás. Y sufrimos muchísimo con la indiferencia de los demás hacia nosotros.
¿Qué efecto tiene la comunicación en nuestras emociones?
Tiene un efecto enorme. La falta de información en un mundo incierto como el actual provoca angustia, es fundamental para que no se genere ruido mental, rumorología. La comunicación también es puentes de ayuda, trabajar en equipo para afrontar las dificultades, los desafíos.
Los profesionales de Tanatorios Irache, como todos los seres humanos, también son vulnerables emocionalmente, pero deben acompañar a otras personas en un momento tan duro como perder a un ser querido. ¿Cómo se les puede ayudar, cómo se cuida al cuidador?
Las personas que se dedican a acompañar a otros seres humanos en momentos de pérdida y de duelo tienen una gran empatía, sufren un gran desgaste, aunque busquen una distancia, una perspectiva, es difícil que no les envuelva el dolor de otras personas. Hay que reconocer su extraordinaria labor, su enorme corazón en una sociedad que se ha vuelto tan dura y escucharlos, entender lo que necesitan, acompañarlos, cubrir sus necesidades, hay que interesarse, preocuparse y ocuparse de ellos.
¿Qué puede llevar a una persona a desear donar su cuerpo a la ciencia?
Un sentido de la contribución. Un deseo de contribuir al bien de otras personas. Igual que los donantes de órganos. Hacer un último regalo para que los futuros médicos puedan estar mejor formadas y ser más profesionales.
¿Hasta qué punto se relacionan la dignidad y la muerte?
El músico más reconocido del mundo es Mozart y, sin embargo, fue enterrado en una fosa común, el músico más grande de la historia no tiene su propia tumba. Cualquier ser humano tiene una grandeza, lo que es no tiene nada que ver con lo que tiene, sigue siendo un ser humano y merece la misma dignidad.
Usted une la ciencia con la experiencia holística positiva. ¿Son dos caras de la misma moneda, al igual que la vida y la muerte?
Totalmente. Son dos realidades que no se pueden separar, aunque sí distinguir. La dimensión física, mental y espiritual de una persona se pueden distinguir pero no separar. Se afectan mutuamente, todo está interconectado. Por eso es tan importante buscar una comprensión integral de las cosas.
